lunes, 27 de febrero de 2023

Estrés y ansiedad.

¿QUÉ ES LA ANSIEDAD? 

Es una emoción natural experimentada por todo el mundo que se desencadena como respuesta ante una situación de peligro o amenaza real o potencial. 

"Es un miedo por anticipado"

Se refiere a un estado interno, algo que sentimos por dentro y que muchas veces es difícil de explicar, pero que quien lo padece sabe que es desagradable. 

La ansiedad afecta tanto al cuerpo como a la mente. 

Cuando estamos ansiosos podemos tener sensaciones y sentimientos como: miedo, desasosiego, intranquilidad, crispación, preocupación, nerviosismo, angustia…… 

También podemos tener “síntomas” corporales como tensión muscular, sudoración, temblores, nudo en el estómago, dolor de cabeza, palpitaciones, dolor de pecho …., que pueden hacernos sentir enfermos. 

La ansiedad es una reacción normal y sana que todo el mundo experimenta en situaciones de peligro, en momentos de preocupación, de estrés y que puede ser provechosa porque nos prepara para reaccionar y responder adecuadamente ante estas situaciones si fuera necesario. 

Niveles moderados de ansiedad pueden mejorar nuestra actuación en momentos difíciles y pueden mejorar el rendimiento. Esta emoción moderada nos ayuda a superarnos y a enfrentarnos a situaciones nuevas estando más atentos, reaccionando con mayor rapidez, tomando precauciones, etc. 

El temor ante un examen, la intranquilidad producida por un viaje en avión, la preocupación ante un perro desconocido, el miedo al fracaso ante una prueba... podemos considerarlas reacciones normales. 

¿CUÁNDO SE CONVIERTE LA ANSIEDAD EN PROBLEMA? 

La ansiedad puede variar en intensidad o grado desde una ligera intranquilidad hasta una tensión extrema y frecuencia desde una tensión ocasional hasta una intranquilidad constante. 

La ansiedad se convierte en problema: 

a) Cuando se experimente de una forma intensa y/o constante e interfiere la vida de una persona alterando sus relaciones familiares, sociales o personales. 
b) Cuando surge en momentos en los que no hay peligro real. 
c) Si persiste después de que la situación de estrés ha pasado. 


¿CÓMO SE NOTA LA ANSIEDAD? 

La ansiedad es difícil de manejar cuando la vemos de forma global; por eso aprenderemos como notamos la ansiedad según sus componentes con lo cual aprender a estar menos ansioso es más sencillo y nos ayudará a entender mejor la ansiedad como reacción y no como una respuesta automática e incontrolable. (1) 

Las tres formas más frecuentes de manifestarse la ansiedad son: 

a) LA FISIOLÓGICA: síntomas físicos 
· Palpitaciones, aceleración del pulso. 
· Dificultad para respirar, suspiros, ahogos, opresión en el pecho. 
· Alteraciones digestivas: nauseas, vómitos, digestiones pesadas, diarreas o estreñimiento, dificultad para tragar, aumento o disminución del apetito. 
· Sudoración. 
· Sequedad en la boca. 
· Necesidad de orinar con mayor frecuencia. 
· Hormigueo en brazos y piernas. 
· Sensación de mareo, vértigo. 
· Temblores, tics. 
· Dolores musculares, nuca, cuello, espalda. 
· Cansancio, fatiga. 

b) EL PENSAMIENTO ANSIOSO: Lo que pensamos antes, durante o después de una situación ansiógena. 

· Sensación de miedo: a morir, a perder el control. A volverse loco. 
· Sensación de estar en peligro de que algo malo va a ocurrir. 
· Preocupación. 
· Sensación de que las cosas van a suceder de forma inevitable, que no vamos a poder controlar nuestras reacciones. 
· Sensación de indefensión. 

c) LA CONDUCTA: 

· Disminución del rendimiento, de la concentración que puede interferir en la capacidad para realizar un buen trabajo, concentrarse en una conversación, divertirse y disfrutar. 
· Se muestra inquieta o impaciente, la persona ansiosa no se encuentra bien en ningún sitio, tiende a escapar o evitar lugares o situaciones en los que piensa que la ansiedad se va a desencadenar, como por ejemplo grandes almacenes, viajes o salir solo. 

(De Barlow, David H.; Craske, Michel G. en “Domine la ansiedad y el pánico”) 

Estos tres componentes o formas de manifestarse la ansiedad varían según la persona que la padece e incluso en una misma persona en diferentes momentos. 

Por lo general los síntomas físicos suelen ser los que más predominan y preocupan y pueden llevar a pensar que se padece una enfermedad grave. 

Por ejemplo si alguien tiene palpitaciones, opresión en el pecho, hormigueos en el brazo y sensación de mareo, puede pensar que está sufriendo un infarto o ataque al corazón. Suele acudir a un servicio de urgencias, especialistas y realizarse todo tipo de análisis y exploraciones, que suelen dar resultados normales, lo cual sin embargo no llega a tranquilizar demasiado, llevando en la mayoría de los casos a consultar a otros médicos, a repetir pruebas, etc. Todo esto se podría evitar si desde el principio se tratara el problema auténtico, es decir la ansiedad. 

ANSIEDAD Y ESTRÉS 

Los términos de ansiedad y estrés suelen utilizarse con frecuencia indistintamente, ya que las situaciones de estrés nos llevan a sentir ansiedad y por otra parte debajo de alteraciones de ansiedad encontramos acontecimientos estresantes. Podemos, no obstante, señalar como carácter diferencial que la ansiedad es una emoción, mientras que el estrés hace referencia a una situación a la que estamos obligados a adaptarnos, por tanto no se trata sólo de una emoción. 

Se puede sentir ansiedad en situaciones que no son estresantes: Todos los trastornos por ansiedad (fobias, obsesiones, ansiedad generalizada, etc.) son reacciones de ansiedad demasiado intensas o demasiado frecuentes para ser explicadas por las situaciones que las provocan. 

Si la situación estresante no cesa, pueden aparecer estados emocionales más graves como la depresión (fase de agotamiento) y finalmente la muerte. 
El término estrés surge de la dificultad o fracaso del sistema de adaptación del organismo a diversos estímulos externos. 

¿QUÉ PRODUCE LA ANSIEDAD/ESTRÉS? 

1. Situaciones reales o imaginadas: 

La respuesta de ansiedad es parecida al miedo. 
Los síntomas del miedo son parecidos a los de la ansiedad. Si el miedo no es demasiado intenso, resulta útil e incluso necesario para sobrevivir en algunas ocasiones. Las situaciones de miedo hacen que tomemos decisiones rápidas y podamos reaccionar adecuadamente para solucionarlo; por eso cierto nivel de miedo es necesario. La ansiedad se produce de forma anticipada al peligro percibido, preparándonos para poderlo afrontar y en este sentido es una emoción adaptativa para el ser humano y como el resto de emociones, cumple su función. 

Las situaciones que suponen un peligro, un riesgo o una amenaza, producen ansiedad a casi todo el mundo. 

Algunas situaciones que no suponen un riesgo real producen ansiedad a muchas personas. 
Vemos como en ocasiones se desencadena ansiedad aunque la situación de riesgo sea mínima o no exista. Hay personas que sienten miedo/ansiedad al subir en un ascensor, en lugares con mucha gente, cuando ven un ratón, un insecto, un perro o las cosas desordenadas. 
Es decir, no es necesario que la situación sea peligrosa, basta que nos lo parezca. 

Por tanto, cualquier situación, objeto o pensamiento puede producir ansiedad si la persona lo valora como amenaza. 

Las situaciones de cambio ya sean agradables o desagradables pueden producir estrés/ansiedad hasta que nos adaptamos a ellas. 

Ejemplo: Casamiento, divorcio, nacimiento de un hijo, cambios laborales (un ascenso también puede producir estrés), de vivienda, enfermedad de un familiar, pérdida de un ser querido, etc. 
La respuesta puede ser excesiva si nos enfrentamos a demasiados sucesos o a nuevas situaciones a la vez. También cuando la intensidad o el número de cambios supera la capacidad de adaptación de la persona. 

2. La sobrecarga: 

Cuando estamos sometidos a más exigencias de las que podemos responder. Los factores que influyen son: 
·Las prisas, urgencias de tiempo 
·Responsabilidad excesiva. 
·Falta de apoyo. 
·Cuando nosotros mismos o los que nos rodean depositan demasiadas exigencias o responsabilidades. 
·Al contrario, la falta de actividad: (Jubilación, paro, que los hijos se vayan de casa) y la falta de estimulación (trabajos repetitivos, monótonos, ver horas y horas la televisión...) es una fuente de estrés importante en la vida actual. 

3. Los hábitos dietéticos inadecuados y el consumo de tóxicos pueden aumentar el estrés/ansiedad. 

Algunas sustancias como el café, té, bebidas a base de cola, chocolate, contienen agentes simpaticomiméticos que pueden desencadenar o aumentar la reacción de estrés. 
En los estados de ansiedad /estrés se tiende a descuidar la alimentación bien por exceso (hiperfagia, bulimia) o por defecto (anorexia), lo que nos puede llevar a problemas de salud y a hacernos más vulnerables al estrés/ansiedad. 
El tabaco contiene nicotina que al igual que la cafeína es un agente simpaticomimético que desencadena la reacción de estrés. 

4. Los hábitos de sueño inadecuados: 

Los estados de ansiedad/estrés pueden causar alteración en el sueño y vicersa. El no descansar adecuadamente repercute también durante el día: alteraciones del humor (p. ej. apatía), cansancio (fatiga), dificultad para realizar las tareas cotidianas, déficit cognitivos, somnolencia... 

5. El Ruido, los atascos de tráfico, la contaminación...

Cualquiera de estos factores puede causar estrés, excitando el sistema nervioso autónomo, sobre todo si añadimos falta de tiempo, impaciencia, sensación de impotencia. Cuántas veces en nuestra propia casa la televisión, los electrodomésticos, el móvil, la música de nuestros hijos, etc. todo junto forma un cóctel de ruido intolerable. 

6: Los sentimientos de frustración:

Los podemos experimentar cuando no podemos realizar lo que queremos o no podemos alcanzar las metas que nos proponemos. 

7. La autoestima: 

Las personas con baja autoestima e inseguros son más propensos a padecer estrés/ansiedad que los que tienen una imagen segura y positiva de sí mismos. 

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(Información extraída y actualizada en su mayoría de: Protocolo de Relajación. Salud Mental. Subdirección de Salud Mental. Servicio Murciano de Salud. Murcia, 2004) 




CUIDADOS DEL SUEÑO


En épocas de cambios, tensión, preocupación, estrés, tristeza…hay veces que el sueño se altera. Nos cuesta quedarnos dormidos, nos cuesta mantener el sueño Y presentamos despertares nocturnos (tras los cuales nos dormimos de nuevo con mayor o menor dificultad o no logramos a veces volver a dormir) o bien nos despertamos de forma precoz, 1-2h más temprano que de forma habitual con pocas horas de sueño total.

Es importante saber que no hay unas horas de sueño recomendadas de forma general, no es obligatorio dormir 8h, si bien 7-8h de sueño nocturno suelen ser la media. Pero habrá personas que con 6h se encuentren descansadas y funcionen con normalidad al día siguiente y otras que precisen 10h. Lo importante es esta funcionalidad al día siguiente, si notamos que no necesitamos dormir más y podemos desarrollar bien nuestras tareas, esas serán nuestras horas necesarias de sueño. Teniendo en cuenta cierta flexibilidad, días que estemos más cansados y necesitemos dormir más y días que hayamos tenido menos actividad física y mental y necesitemos menos horas de sueño. Es bueno no preocuparse demasiado por este tema y entender que el cuerpo sabe lo que necesita y que el sueño es un proceso fisiológico normal que debe suceder con naturalidad. Tampoco pasa nada por una noche sin dormir o durmiendo mal, hay que restarle un poco de importancia.

Teniendo en cuenta todo esto, también es importante reseñar que hay ocasiones en que interferimos con este proceso natural del sueño (por ejemplo con el uso de pantallas luminosas como móvil, tablet, ordenador, televisor…que hacen que el cuerpo confunda el día con la noche) y eso es lo que debemos procurar revisar y cuidar para que no suceda. Estas son las recomendaciones que hacemos para que respetemos todo lo posible el proceso del sueño y podamos descansar como necesitamos, intenta cambiar poco a poco aquello que puedas mejorar:

  • Lo primero es intentar tener unos horarios de sueño estables los 7 días de la semana, con pequeñas variaciones en el fin de semana si se desea, 1h más o menos de acostarse y levantarse más tarde.
  • Cuando hay problemas de sueño, eliminar siestas en el día , si se duermen, máximo 30 min. 
  • También procurar que las horas de sueño se aproximen lo más posible a las horas nocturnas y que nos dé el sol durante el día, a ser posible al aire libre, paseando 30 min al día por ejemplo, lo cual también nos sirve para hacer ejercicio y que el cuerpo “se canse” para poder relajarse luego. Es importante sincronizar nuestro reloj biológico con el ciclo natural de luz-oscuridad y a ser posible que el ejercicio se haga en las horas de luz. Nuestros ojos deben recibir luz en el día y oscuridad en la noche.
  • En este sentido, es fundamental que un par de horas antes de dormir, limitemos el uso de pantallas luminiscentes como móvil, tablet, ordenador, televisor. Mucho menos tenerlas en nuestra habitación. La luz que emiten inhibe la producción de melatonina, hormona necesaria para el sueño, que solo se produce en condiciones de oscuridad. Esta hormona también tiene relación en el día con el estado anímico, pues se transforma en serotonina (la “hormona de la felicidad”) a través de su precursor, el triptófano, un aminoácido presente en ciertos alimentos. De ahí la relación entre el ánimo y el sueño.

  • También hay que ir reduciendo las luces y los sonidos de la casa un par de horas antes de dormir y comenzar una rutina agradable que siempre se repita, por ejemplo música flojita relajante, una ducha templada, aromaterapia (lavanda),  una infusión relajante (valeriana, melisa, pasiflora, tila, manzanilla, espino blanco, flor de azahar…), algo de lectura tranquila…
  • Debemos evitar/limitar mucho especialmente a partir de la tarde, el consumo de estimulantes como café, cola, té, chocolate, tabaco así como el alcohol, que si bien no es estimulante, afecta mucho a la calidad del sueño.
  • La cena tampoco debe ser muy copiosa aunque no debemos acostarnos con hambre ni justo después de cenar, es bueno que pasen 2h antes de acostarnos.
  • Hay alimentos que facilitan y otros que dificultan el sueño en la cena:

RECOMENDADOS:
ALIMENTOS A EVITAR:
  • Verduras especialmente de hoja verde.
  • Frutos secos como las almendras y semillas como el sésamo.
  • Patata, boniato, yuca.
  • Huevo.
  • Aguacate.
  • Cereales integrales en forma de: arroz, pasta, avena, pan.
  • Pescado, especialmente azul (caballa, sardina, atún, boquerón, salmón…).
  • Carne blanca: pavo, pollo, conejo.
  • Lácteos al natural, sin azúcares.
  • Plátano.
  • Carnes rojas como ternera.
  • Fiambres, embutidos y otras carnes procesadas.
  • Azúcares y dulces procesados en general.
  • Alcohol.
  • Café, cola, té, chocolate.
  • Alimentos muy especiados.
  • Legumbres si te producen gases.
  • Frutas cítricas si te producen acidez.
  • Beber mucho líquido para disminuir despertares nocturnos para ir al w.c. 
  • Evita las preocupaciones en la cama, si es necesario dedica un rato antes de dormir y fuera de la cama, a anotar tus preocupaciones, escribir acerca de tus emociones o a planificar soluciones si las hay.
  • El dormitorio debe reservarse para dormir, hacer otras actividades de ocio en la habitación hace que el cuerpo se confunda, por tanto, nuevamente recordar que no se debe ver la tele en la cama, ni la radio ni siquiera leer si hay problemas de sueño.
  • Debemos evitar dar vueltas en la cama o permanecer en ella mucho tiempo sin dormir para no asociar la cama con el insomnio y llegar a desarrollar incluso “miedo a irnos a la cama”.
  • Ante los despertares nocturnos o la dificultad para conciliar el sueño, es recomendable:
    • Hacer ejercicios de relajación (en este blog hay muchas técnicas y audios recomendables como la respiración abdominal consciente, la relajación sin tensión o la imaginación guiada). Enlaces a continuación:
    • Cuando pasen  más de 15 minutos sin poder dormir, levantarnos de la cama y hacer algo relajante en otra habitación como los ejercicios de relajación o leer algo aburrido, hasta que sintamos sueño de nuevo y podamos volvernos a la cama.
    • No mirar el reloj ni fumar en los despertares nocturnos. Si tienes hambre toma algo ligero como un vaso de leche o una infusión relajante.
    • Restarle importancia al hecho de no poder dormir, existe un ejercicio llamado de “intención paradójica” en el que lo que intentamos en vez de quedarnos dormidos, es mantenernos despiertos. Y conforme dejamos de “luchar” contra el insomnio, es como nos conseguimos dormir. 

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lunes, 20 de febrero de 2023

Recomendaciones para el manejo del estrés y la ansiedad

1. El primer paso para controlar es estrés/ansiedad de forma eficaz es entenderlo, lo cual podemos conseguir:
  • Definiendo el estrés/ansiedad.
  • Comprendiendo sus mecanismos de respuesta.
  • Distinguiendo entre el estrés positivo y negativo.
  • Identificando cuales son las causas individuales del estrés.
  • Conociendo los síntomas individuales.
  • Adquiriendo recursos y estrategias para reducirlo: relajación, respiración, yoga, meditación o mindfulness, etc...
Dichos recursos y estrategias se basan el un cambio de estilo de vida, alimentación correcta, ejercicio y relajación.

2. Alimentación sana: Tan importante para un estilo de vida sano es la calidad de lo que comemos como el equilibrio entre la cantidad y el gasto energético. Recomendaciones:
  • No saltarse ninguna de las comidas principales, intentando hacer entre 3 y 5 comidas al día y a horarios regulares. 
  • Comer de manera regular y lentamente.
  • Reducir/eliminar consumo de café y otras bebidas energizantes (cola, bebidas energéticas, té), tabaco, alcohol y en general cualquier tipo de tóxico.
  • Seguir una dieta equilibrada, por cercanía en nuestro caso es recomendable por ejemplo la dieta mediterránea: basada en el consumo de frutas y verduras, legumbres, frutos secos y semillas, tubérculos, pescado, cereales integrales y aceite de oliva y en cantidades moderadas de huevos y lácteos fundamentalmente procesados (yogurt y queso) y poca cantidad de carne (principalmente carnes blancas: pavo, pollo, conejo...) 
  • Basar la alimentación en comida real, huyendo de los ultra procesados. Consumir alimentos naturales sin procesar o mínimamente procesados, con pocos o ningún aditivo. 
  • Priorizar en cada comida la ingesta de frutas y verduras ricas en nutrientes protectores de la salud como por su vitaminas y minerales. Aumentar la ingesta de pescado azul, preferentemente de tamaño pequeño, y frutos secos, ricos ambos en ácidos grasos omega 3, imprescindibles para la salud cerebral y mental. 
  • Consumir cantidades adecuadas de fibra, evitando productos refinados y consumiendo piezas enteras de frutas y verduras. 
  • Ingesta diaria de grasas saludables contenidas en pescado azul, huevos, aceite de oliva, frutos secos, aguacate, coco... 
  • Consumo adecuado de agua: 1,5 a 2 litros al día. 
  • Poca sal, uso de especias para condimentar.
Para más información, consultar enlaces específicos: 

3. La actividad física: Es una forma de neutralizar la respuesta de estrés/ansiedad, que como sabemos prepara al organismo para la acción mediante la activación del sistema nervioso y endocrino.
Para que sea eficaz se aconseja que la actividad física se introduzca gradualmente y no ser muy competitiva.

Para más información, consultar enlace específico: 

4. Hábitos de sueño adecuados: Dormir bien no significa dormir muchas horas, sino las necesarias y que además el tiempo de sueño sea de calidad. Para ello es conveniente mantener una buena higiene del sueño:
  • Horarios regulares, para acostarse y levantarse.
  • Intentar no romper el ciclo de sueño-vigilia natural, (somos animales diurnos).
  • Dormir lo necesario, cada persona tiene unas necesidades diferentes, habitualmente entre 6-10 h. al día, con una media de 7-8h.
  • Evitar siestas largas, 30 minutos son suficientes, suprimirlas por completo si se padece insomnio.
  • Preparar una rutina propia antes de acostarse (lavarse los dientes, escuchar música, leer, etc..), anticipa al cerebro que nos preparamos para dormir. 
  • Tomar una cena ligera, baja en sal, al menos 2 horas antes de acostarse.
  • No irse con hambre a dormir, tomar un vaso de leche o infusión relajante tibia ayuda conciliar el sueño.
  • Evitar las bebidas estimulantes (café, té, colas) y el chocolate mínimo 5 horas antes de dormir. 
  • No beber en exceso por la noche para no despertarse para ir al baño.
  • Evitar el alcohol o limitarlo, de 4 a 6 horas antes de acostarse, ya que aparentemente produce somnolencia, pero puede provocar despertares a lo largo de la noche.
  • Evitar fumar; la nicotina estimula el sistema nervioso.
  • Mantenerse activo durante el día, recibiendo suficiente luz solar directa, y al acercarse la tarde ir disminuyendo la actividad, la luz y el sonido progresivamente.
  • El ejercicio físico durante el día es saludable y contribuye a cansar el cuerpo (si es al aire libre mejor, caminar 30 min. al día, por ejemplo) pero hay que evitar realizar ejercicio físico o mental intenso dos horas antes de acostarte.
  • Practicar alguna actividad relajante antes de dormir (técnicas de relajación, leer, escuchar música relajante... ).
  • Condiciones ambientales del dormitorio adecuadas(temperatura más bien baja, sin ruidos ni luz... ).
  • Condiciones de la cama adecuadas (colchón, almohada, ropa de cama…).
  • En la habitación donde se duerme no hacer ninguna otra actividad que no sea dormir (y mantener relaciones sexuales). El hacer otras actividades diferentes a dormir en la habitación, hace que ésta se asocie al ocio en vez de al sueño.
  • Evitar ver TV, escuchar radio, usar el móvil y otras pantallas (tablet, ordenador)... Las pantallas lumínicas estimulan el cerebro dificultando el sueño. 
  • Si te despiertas de madrugada evita mirar la hora y réstale importancia al hecho de no poder dormir una noche.
  • Si tardas más de 15 min en quedar dormido o te despiertas de madrugada, levántate, haz algo aburrido y vuelve a la cama cuando tengas sueño. Evita pasar tiempo en la cama “dando vueltas”.
  • Tampoco es bueno darle vueltas a los problemas en la cama, mejor dedica un tiempo a pensar en ellos fuera de la cama, antes de acostarte, puedes escribirlos también y planificar el día siguiente fuera de la habitación.
Para más información, consultar enlace específico: 

5. Para no sentirnos sobrecargados cuando nos enfrentamos a exigencias excesivas, debemos:
  • Aprender a decir no, es importante recordar que lo más importante es nuestra salud física y mental. Sobre todo cuando por no decir que no, nos vamos sobrecargando de tareas que son imposibles de cumplir, o que nos provocan malestar porque “siempre nos toca a nosotros”, es decir, vemos que el otro no hace nada o hay un reparto injusto de tareas en el trabajo. 
  • Delegar en otros parte de nuestras responsabilidades. Ten en cuenta que si delegas, la otra persona va a hacer las cosas de forma diferente, incluso peor que tú. Hay que aceptar las diferencias porque si se repasa lo que el otro ha hecho y se vuelve a hacer, además de la sobrecarga probablemente terminéis los dos enfadados.
  • Organizar el tiempo: dar prioridad a lo más importante, valorando el tiempo que necesitamos para cada tarea y teniendo en cuenta que pueden surgir imprevistos. Es importante dejar un tiempo para nosotros mismos, para hacer algo que nos agrade o relaje.
6. Recordad que podéis utilizar la relajación y ejercicios de respiración de forma habitual y cada vez que se necesite.

7. Seguir las pautas correctas de administración y dosis del tratamiento farmacológico, si lo estamos tomando y consultar con el personal sanitario cualquier duda o efecto secundario antes de suspenderlo.

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(Información extraída y actualizada en su mayoría de: Protocolo de Relajación. Salud Mental. Subdirección de Salud Mental. Servicio Murciano de Salud. Murcia, 2004) 


ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD MENTAL (por Cristina Sánchez Albaladejo)

Hay numerosos estudios que demuestran que mantenernos activos físicamente mejora nuestra salud mental y calidad de vida. 



La práctica de actividad física a lo largo de nuestra vida favorece el mantenimiento de las funciones cognitivas y se asocia a una mejor salud mental. A pesar de estar demostrado los beneficios que conlleva su práctica, nuestro estilo de vida, en general, es cada vez más sedentario. Llevar un estilo de vida activo aporta un efecto protector ante la aparición de ansiedad, estrés y depresión.

Algunos beneficios de la práctica de actividad física son: sensación de bienestar, disminución de la ansiedad y estrés, mejora del estado de ánimo, mayor autoconfianza y autoestima... Actualmente se relaciona la depresión con mecanismos de inflamación cerebral y el deporte tiene efectos antiinflamatorios, además ayuda a segregar endorfinas naturales. Si se hace en compañía, proporciona el beneficio adicional del vínculo social y si se hace al aire libre, los beneficios para el estado de ánimo que proporcional el contacto con la naturaleza. 

Para poder disfrutar de estos beneficios es importante que seamos constantes y  mantenernos activos de manera regular. Es decir,  más vale realizar actividad física diaria de poca intensidad que muy intensa de forma esporádica. 

Entendemos por actividad física cualquier movimiento producido por nuestros músculos con el consiguiente gasto de energía, se incluyen tareas domésticas, actividades recreativas, trabajar, trasladarse de un lugar a otro… 
Algunas cosas que  podemos hacer para movernos más pueden ser elegir caminos más largos, subir siempre que se pueda por las escaleras, si vamos en transporte público bajar una parada antes…

No debemos confundir la actividad física con el ejercicio físico, que es la realización de movimientos corporales planificados, estructurados y repetitivos.

Debemos adaptar el tipo de ejercicio y la intensidad a nuestra capacidad física, e ir incrementándolo progresivamente de manera segura. Si nunca has hecho ejercicio y no sabes cómo empezar, lo ideal sería consultar con un profesional que te diga como hacerlo.

A la hora de elegir el ejercicio es muy importante elegir uno que nos guste, nos motive y nos permita ser constantes, sino lo mas probable es que abandonemos la práctica al poco tiempo de comenzar, y eso hará que no podamos disfrutar de los beneficios que obtendríamos con su práctica.

Para evitar abandonos también podemos ponernos objetivos realistas a corto y largo plazo, que nos ayuden a motivarnos.  No es necesario realizar todo el ejercicio en un solo momento del día, podemos dividirlo un rato por la mañana y otro por la tarde. Por ejemplo podemos salir a caminar dos veces al día, o hacer alguna rutina por la mañana y caminar por la tarde… esto va a depender de las posibilidades y gustos de cada uno.

Lo ideal es combinar entrenamiento de fuerza (planchas, sentadillas, flexiones....siempre adaptado) con entrenamiento cardiovascular (caminar, correr, bicicleta, nadar…).

Para el entrenamiento cardiovascular podemos comenzar caminando 30 minutos al día al ritmo que nos permita nuestra forma física, e ir aumentando velocidad y tiempo conforme estemos preparados. Mejor ir progresando poco a poco y seguros para evitar lesiones, si tu forma física te lo permite.
Se dice que hay que dar 10000 pasos al día, pero si no llegas no te agobies, más vale hacer un poco cada día que no hacer nada.

En cuanto a las rutinas (entrenamiento de fuerza) podemos realizarlas en casa sin necesidad de material (simplemente con nuestro cuerpo) y podemos ir subiendo la intensidad con ayuda de material. 

Os voy a dejar por aquí algunas cuentas de Instagram y canales de Youtube, en las que encontraremos rutinas para hacer en casa (con o sin material, de más o menos duración, para hacer solos o acompañados…), indicaciones de cómo realizar ejercicios de una manera correcta para evitar lesiones, distintos niveles de ejercicios o como ir progresando, etc. 

- @piensa_y_entrena (Instagram).
- @fit.motivus (Instagram) y Fit Motivus en Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCXg6MxRcMoVM8_gDq04FUdQ/videos
- @sergiopeinadotrainer (Instagram)  y  Entrena con Sergio Peinado  en Youtube: https://www.youtube.com/user/EntrenaSergioPeinado

Aclarar que estas cuentas sirven de ayuda pero en ningún caso sustituye el trabajo de un entrenador que nos planifica una rutina personalizada a la situación y posibilidades de cada uno.


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domingo, 12 de febrero de 2023

Crisis de ansiedad o ataques de pánico

Según las clasificaciones psiquiátricas diagnósticas más conocidas (DSM y CIE) se puede definir una Crisis de ansiedad, también llamada Ataque de pánico como la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión (su pico máximo de intensidad de los síntomas) en los primeros 10 minutos (a partir de ahí la ansiedad empezará a disminuir hasta resolverse): 


1. Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca. 

2. Sudoración. 
3. Temblores o sacudidas. 
4. Sensación de ahogo o falta de aliento. 
5. Sensación de atragantarse. 
6. Opresión o malestar torácico 
7. Náuseas o molestias abdominales. 
8. Inestabilidad, mareo o desmayo. 
9. Desrrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo). 
10. Miedo a perder el control o volverse loco. 
11. Miedo a morir. 
12. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo). 
13. Escalofríos o sofocaciones. 

Las crisis de ansiedad pueden estar relacionadas con alguna circunstancia concreta (fobias) o bien no estar limitadas a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares y ser por tanto imprevisibles. 

Los síntomas predominantes varían de un caso a otro, pero es frecuente la aparición repentina de palpitaciones, dolor precordial, sensación de asfixia, mareo o vértigo y sensación de irrealidad (despersonalización o desrealización). 

Casi constantemente hay un temor secundario a morirse, a perder el control o a enloquecer. 

Cada crisis suele durar sólo unos minutos, pero también puede persistir más tiempo. 

A menudo el miedo y los síntomas vegetativos del ataque van creciendo de tal manera que los que los padecen terminan por salir, escapar, de donde se encuentran. 

Si esto tiene lugar en una situación concreta, por ejemplo, en un autobús o en una multitud, como consecuencia el enfermo puede en el futuro tratar de evitar esa situación. 

Del mismo modo, frecuentes e imprevisibles ataques de pánico llevan a tener miedo a estar sólo o a ir a sitios públicos. Un ataque de pánico a menudo se sigue de un miedo persistente a tener otro ataque de pánico. 

CAUSAS DE LAS CRISIS DE ANSIEDAD: 
  1. Vulnerabilidad genética, familiar (educación), cultural. 
  2. Estrés elevado. 
  3. Consecuencia de problemas no resueltos (dificultades sociales, en las relaciones personales, laborales…) 
  4. Tener contacto o conocimiento de información que facilite la interpretación catastrófica de los síntomas de ansiedad (mi vecino ha sufrido un infarto y yo, si siento opresión torácica propia de la ansiedad, pienso que me va a dar un infarto también). 
MECANISMOS DE AFRONTAMIENTO: 

Pasivo: huir de los problemas-evitar las situaciones que pienso me generan ansiedad. 

Activo: superación de problemas, enfrentar las situaciones, usar la respiración abdominal y la relajación para ello. 

CURVA DE LA ANSIEDAD: 

La ansiedad funciona en forma de curva, es bueno imaginarla así, como una curva que sube y baja, porque visualmente cuando nos encontramos mal, podemos acordarnos que "igual que sube, va a bajar y se pasará". 

Conforme interpretamos los síntomas físicos iniciales de ansiedad (palpitaciones, dolor torácico, taquicardias, sensación de falta de aire...) como peligrosos, aumentan los pensamientos temerosos y con ellos, el miedo y el malestar y por tanto, la ansiedad. 

Llegará un momento que, tras alcanzar el punto máximo de ansiedad (a los 10 minutos más o menos), la ansiedad irá disminuyendo progresivamente y lo hará tanto más rápido como nosotros consigamos manejar nuestro pensamiento ansioso “quitándole hierro” y cambiando el pensamiento negativo por órdenes verbales neutras (“esto es sólo ansiedad”, “ya me ha pasado otras veces, no hay peligro”…) o positivas (“lo voy a superar”, “yo puedo con esto” etc). 
Si cuando empezamos a sentir los primeros síntomas de ansiedad usamos alguna estrategia de manejo para que no nos invada el miedo alimentando la crisis, la crisis será menor y se pasará antes o incluso no se llegará a producir. Posibles estrategias de manejo son: la distracción (por ejemplo iniciando una conversación con alguien de confianza), el ejercicio (saliendo a dar un paseo a paso rápido y concentrarse en el mismo, bailando con música) ... 


Otra estrategia es el uso de técnicas de relajación: 

- Es útil practicar respiración abdominal si excesiva activación (reteniendo el aire unos segundos en el abdomen y soltando lentamente). Este es el enlace donde se explica la técnica: 


- Si hay hiperventilación clara, consultar la entrada correspondiente para su manejo: 


- También se puede hacer la técnica de relajación rápida con tensión en 4 grupos musculares: 





Pero, aunque no hiciéramos nada por manejarla igualmente llegaría el momento en que la ansiedad cedería, dejándonos generalmente una sensación de agotamiento general después de tan alto nivel de activación, incluso podemos desmayarnos (esto es lo más grave que nos puede suceder y tampoco es peligroso) como mecanismo de nuestro cuerpo para poder funcionar saludablemente de nuevo. 

Cuanto antes detectemos nuestros síntomas de ansiedad de inicio y manejemos el pensamiento ansioso, menos aumentará la ansiedad y antes disminuirá.


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lunes, 6 de febrero de 2023

Hiperventilación

Una persona puede entrar en hiperventilación cuando respira más veces o coge mayor cantidad de aire de lo que necesita, es decir cuando toma más oxígeno del que precisa. 

Puede ser porque realice puntualmente una respiración superficial y rápida o una respiración demasiado profunda de forma seguida o bien puede ocurrir de forma acumulativa a lo largo del día, por respirar una o dos respiraciones de más por minuto o realizar suspiros o bostezos frecuentes, por el hábito de hablar rápido o comer rápido etc. 

El aumento de oxígeno (O2) en la sangre va a provocar un descenso proporcional del dióxido de carbono (CO2) que, a su vez, va a dar lugar a una serie de cambios funcionales en el organismo. Al disminuir el dióxido de carbono, la sangre se alcaliniza, se produce un estrechamiento de ciertos vasos sanguíneos y una disminución del aporte de oxígeno en determinadas zonas del cerebro y de los tejidos. Esto va a provocar una serie de sensaciones que pueden ser molestas o desagradables, pero que no son peligrosas (cansancio general, taquicardia, sensación de mareo e inestabilidad, sensación de irrealidad, sensación de ahogo o falta de aire, visión borrosa, hormigueos, pinchazos, escalofríos, rigidez muscular, sensación de calor, sofoco, sudor, opresión o dolor en el pecho…). Son síntomas similares a cuando hinchamos un globo, donde se produce un mecanismo similar por pérdida excesiva de CO2 en este caso y aumento de O2. Estos dos gases siempre están en equilibrio y cuando uno baja, el otro aumenta y viceversa. 

El cuerpo tiene unos sensores que detectan el desequilibrio de los gases, en este caso el aumento excesivo de O2, y tratan de compensarlo “frenando” un poco nuestra respiración, a través de los músculos intercostales y el diafragma, de ahí que percibamos la sensación de falta de aire, de opresión torácica, “como tener una losa en el pecho”. Hemos de saber que es un mecanismo compensatorio natural del organismo e intentar tolerar la sensación en vez de forzar la respiración mediante un gran suspiro, si éste no se logra evitar, debemos aguantar unos segundos la respiración después. 

¿CÓMO CONTROLAR LA HIPERVENTILACIÓN?: 
  • Estableciendo una respiración adecuada, es decir, tomando el oxígeno que necesitamos y no exhalar demasiado rápido el dióxido de carbono.
  • También es conveniente evitar algunas conductas que hacen descender demasiado rápido los niveles de dióxido de carbono, como suspirar y/o bostezar de forma continua, hablar alto y/o rápido también de forma continua, gritar, comer rápido….(conductas que pueden ser comunes en situaciones de ansiedad/estrés). Si no se pudieran evitar los suspiros o bostezos, conviene aguantar la respiración unos segundos a continuación como mecanismo compensatorio. 
  • Una vez comienzan a notarse los síntomas de hiperventilación, hay que iniciar la técnica de respiración abdominal cuando hay hiperventilación (reteniendo aire unos segundos en abdomen y expulsándolo lentamente), durante unas 4-5 respiraciones, para luego continuar con una respiración abdominal controlada. En esta entrada del blog se explica bien la técnica:    
  • También se puede respirar en bolsa de papel, sellando boca y nariz cuando los síntomas ya no se pueden controlar con la respiración abdominal. 
  • Otra opción es hacer algo de ejercicio vigoroso como caminar rápido o bailar o saltar para consumir el oxígeno excesivo. 

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